De vuelta al Mountain Bike – Titan Desert 2022

De un Covid severo a la Titan Desert, la carrera de Mountain Bike más extrema del mundo.

Le dediqué 15 años de mi vida al ciclismo en sus diferentes modalidades: ruta, mountain bike y downhill. Hace un poco más de un año no estaba en mis planes volver a montar una bicicleta. Mi dedicación estaba al 100% al turismo de aventura y la actividad off road 4×4. Además, me especialicé como instructor de manejo seguro y de vehículos todo terreno y mi vida giraba en torno a eso y a mi empresa.

Entre enero y febrero del 2021 sufrí de COVID con un cuadro muy severo, el mismo que decidí superar en casa con el cuidado de mi familia. Desde mi cama me distraía escuchando música y mirando videos de bicicletas. En 22 años de inactividad nunca deje de seguir un Tour de France, o buscar revistas de MTB. Encontré así muchos videos de la Titan Desert© y mi impresión fue que esa carrera era como hacer un Dakar en bicicleta. Parecía atractivo. El Dakar lo corrí dos veces… me gustan los retos extremos. Uno de estos días –si salgo de ésta, pensé– quiero correr esa competencia. No tenía ni bicicleta en ese momento, así que compré una en cuanto lo decidí, pero no podía ser cualquier bicicleta, yo quería algo único. Así llego Lynsy, un cuadro de Titanio hecho a mano y a mi medida. La fabricaron en USA y la armé con los mejores componentes del mercado. Un capricho, seguro que sí… pero ¡Por qué no!  

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En cuanto recuperé la salud, pasé a una máquina de spinning rodando en casa, fueron casi tres meses hasta que en junio llegó mi bicicleta. Armé un plan de entrenamiento de cuatro fases considerando que estaba a un año de la carrera. La primera fase fue habituarse al pedaleo, adaptarse a la bicicleta, hacer kilómetros. La fase dos fue la base para lograr buena cantidad de kilómetros diarios. Mi entrenamiento andaba entre los 70 y 120 diarios, seis días por semana. La fase tres la dediqué a los grandes fondos de más de 140 km. llegando hasta los 170, combinados con superficies de tierra; y, finalmente, en la fase cuatro trabajé intervalos y series.

Como parte de la preparación y de los requisitos de la carrera, me sometí a una prueba de esfuerzo y me recomendaron no trabajar la zona de intensidad. Mis pulmones no quedaron bien, aún tienen lesiones post COVID.

En total logré pedalear 11,000 kilómetros en un año para llegar a la Titan Desert© del 2022 en buena forma física para poder recorrer las etapas de la carrera de forma fluida.

Me anoté el mismo día que se abrieron las inscripciones. Preparé cada detalle. Coordiné cada acción para que nada falle. Dediqué mucho tiempo a esto. Lo hice -como todo- con mucha disciplina. Capitalicé la experiencia de mis años de ciclista porque hay cosas que nunca se olvidan y que aparecen en la memoria en cuando las necesitas.

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Aquí les dejo mi historia y la crónica de una loca aventura en el desierto del Sahara, la cual se la dedico a Jimena, mi esposa y compañera de aventuras. Es quien me da el combustible para hacer todo esto.

 

Día Cero, llegada al destino.

 

Salí de Lima rumbo a Madrid. Tuve un día allí para descansar y luego todos los que viajábamos a la carrera volamos en un vuelo charter hasta Er-Rachidia, Marruecos. Llegamos cerca del mediodía, un bus nos esperaba para trasladarnos por 45 minutos hasta Merzouga. Empezamos con las verificaciones administrativas de inmediato, completamos algunos documentos y la organización puso los Spots a las bolsas de hidratación. El Spot envía el posicionamiento satelital de cada competidor a una central del equipo de organización.

Luego, fui a buscar la bicicleta a los camiones para bajarla y dejársela al equipo de asistencia mecánica para que la preparasen. Enseguida, me dirigí a la Haima, que es una habitación hecha con alfombras y telas tejidas en la cual dispones de una cama, una almohada, una mesita y una silla. Yo contraté una Haima individual por dos motivos: dormir bien y con cierta comodidad lo cual es importante para la recuperación del esfuerzo físico diario; y, porque se contaba con un punto de energía eléctrica personal para la carga de los equipos. Las demás Haimas no cuentan con el sistema eléctrico, el colchón va directamente al suelo y tres competidores designados por la organización la comparten.

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Terminando la tarde, se dio el primer briefing de seguridad con todos los detalles de la carrera y primera etapa. Por la noche fuimos a cenar y a dormir temprano ¡Empezó la aventura!

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Mi rutina de cada día…

Levantarse 5:30 hrs. tomar el desayuno, pedir las coordenadas del Ghost Point, ir a la Haima, cargar las coordenadas y track al GPS, cargar también coordenadas al teléfono para backup, ir al baño, vestirse, cerrar el equipaje, firmar el control de salida de la etapa, llenar el Camel Back en abastecimiento de agua, ir por la bicicleta y revisar que todo este OK. Finalmente dirigirse al punto de partida.

 

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Algo aprendido de años atrás: en la partida siempre me ubico pegado a la derecha, para proteger mi transmisión ante cualquier golpe desde otra bicicleta.


Etapa 1. Merzouga – Merzouga.

119 km. y 852m. de desnivel.

“Etapa en bucle por el oeste del Erg Chebbi. Una salida rápida con una segunda parte más revirada por cañones y pistas secundarias hasta llegar grandes extensiones donde afrontaremos el regreso al campamento”.

 

Más de 500 locos a la rueda.

Llegó el momento: la partida. Tranquilo y esperando el momento, conversando con algunos competidores. La música previa que ponen, lo mejor. A las 08:00 horas inicia la carrera. Empieza el movimiento. El coche de apertura abre la ruta por un kilómetro, pero frena en los badenes, la masa atrás se junta y se pegan unos contra otros. Yo siempre tratando de cuidar un par de metros de espacio de seguridad por delante, pero era imposible ya que cada vez que lo intentaba saltaba uno a ese espacio, había que pegarse un poco más y andar fino con los frenos y gritando para atrás a los que se te pegaban demasiado. En ese momento se puede terminar una carrera, hay que andar con mucho cuidado.

Después de 500 metros se hace un embudo a una huella carrozable firme con terreno suelto a los costados, cuidando de no perder la huella, por el costado, algunos pasaban entre la arena y sobre piedras; otros, intentaban pasar por el medio de ambas huellas, con los codos abiertos yo trataba de proteger mi espacio. Por delante había unos 150 ciclistas, respirabas tierra y ya no se miraba el camino, solo lo sentías.

No habíamos avanzado ni un kilómetro aún y le di a la rueda con una piedra sembrada, nunca la vi, nadie avisa tampoco, sentí que el líquido tubeless hacía su trabajo, sonó casi 10 segundos y se tapó el orificio. La presión no quedó a mi gusto, pero no era momento de parar a inflar. Para atrás la cola de competidores era enorme. A los pocos segundos se cayó uno y se enredaron varios… ¡A salirse a la arena y volver a recuperar la huella firme! Salté un par de piedras filudas que las vi a las justas. Vi el velocímetro y andábamos a 34km/h. ¡Era una locura! Esto recién empezaba y ya se veía a varios a los costados parchando las llantas. No me sentía a gusto. Bajé el ritmo y dejé pasar a los que tuvieran que pasar. Recién iban 5 kilómetros de carrera. Llegué a la primera zona de hidratación casi con la reserva de agua llena. Aproveché para inflar la rueda y revisarla bien. Fue solo un pequeño corte. Igualmente cargaba una llanta de repuesto y dos cámaras. Me habían dicho que se rompen muchas llantas y se pincha bastante. Mejor llevar de más que de menos.

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Llegó la calma.

Ha pasado el momento de la estampida, la fila ya es larga. Uno se va colocando en su espacio. Ritmo de pedaleo en zona 3/5 y adelantando algunas posiciones con tranquilidad. Encontré un ritmo ideal que mantuve casi todo el día. Empecé a reconocer el escenario, identificando algunos sectores visualizados en el Google Earth. También estuve jugando un poco con el GPS, midiendo distancias, revisando alguna data, mirando el mapa cartográfico de la zona. Entreteniéndome en lo que me gusta. Hidratación perfecta en los tiempos y cantidades que necesitaba.  

Así fueron pasando los kilómetros, un paisaje muy similar todo el camino, casi todo sobre una huella marcada. Antes de la zona de hidratación #2 encontré una huella recta que llevaba a un cerro que, al rodearlo, también terminaba en el waypoint de control de paso. Decidí entonces recortar casi 1km al trazo, bueno de eso se trataba, de jugar al explorador y me salió perfecto, recuperé varias posiciones, el otro trazo tenía mucha arena. Ya con esto me sentí nuevamente a gusto porque venía con el malestar del pinchazo inicial, por haber entrado en ese juego de andar a rueda y a ciegas sin sentido alguno. En adelante solo había que rodar tranquilamente. Fluir.

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Encontrando mi ritmo.

Después de rodar por cuatro horas -ya era el medio día- tenía el viento en contra y empezaba el calor. Largas pampas y se miraba a lo lejos el punto de llegada, el macizo de dunas de Erg Chebbi que adornaba el paisaje desértico. El recorrido iba por una larga quebrada en subida tendida con arena suelta al final, para luego llegar a un gran Chott, lago salado seco, en sectores con pastizales y también superficie suelta. Por allí, no se podía hacer trazos rectos para acortarle algo a la ruta. Seguir la huella te hacía avanzar, pero los kilómetros se hacían eternos con el zigzageo.

Pasada la una de la tarde, la alta temperatura ya se sentía intensamente. Decidí apretar un poco el paso, pararme en los pedales a ratos, sobre todo para oxigenar y recibir mejor el aire, aunque fuera caliente. Cada minuto la temperatura pegaba más, ya quedaba poco, imaginaba qué, en una o dos horas, eso sería un horno y así pasó pues me lo contaron los que llegaron luego. Llegué a meta tranquilo y a buen ritmo.

 

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Posición en la general #162.

Tiempo: 05:33:40.

En mi categoría: #47.

Para mí estaba perfecto, andaba en la mitad de adelante y disfrute mucho de la etapa. 

 


Etapa 2. Merzouga – Ksar Jdaid.

102 km. y 964 m. de desnivel.

“Etapa auténtica de desierto, pistas rápidas, con algunos tramos más arenosos y otros más pedregosos. Primer sector de la etapa maratón por lo que deberás cargar con lo que necesites para pasar la noche sin ningún tipo de asistencias ni comodidades.”

La etapa maratón.

Se trata de una etapa en la que debes ser autosuficiente. No se permite recibir ningún tipo de apoyo. La limpieza y posible reparación de la bicicleta las haces tú mismo. Todos dormimos en Haimas abiertas y comunes. Tiene su alto grado de aventura, pero no cuando necesitas cargar tu avituallamiento (comida en ruta) para los dos días, más la bolsa de dormir, algo de ropa de abrigo, repuestos, etc. Son casi 4 kilos extras sobre la bicicleta y no es poco el kilometraje a recorrer. En el campamento nos dieron unas chanclas y una toalla. Hay que saber equilibrar la comodidad con la necesidad.

Preparando este escenario me compré en Amazon un portaobjetos que va anclado al poste del asiento. Fue ideal para amarrar la carga, la bolsa de dormir quedó sujeta con unos zunchos y la bici quedó muy guapa.

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Un buen recorte.

Durante la noche hice mi trabajo de “mapman” y encontré una línea recta que cortaba el lago salado para evitar ese zigzageo del día anterior. Ya en la ruta, cuando llegué al punto marcado, cambié el rumbo y dejé al grupo. Serían casi 4 km por ahí. Lo bueno es que era una línea usada por motocicletas y estaba bien marcada. Eso me aseguró el paso porque normalmente ellos buscan reducir trayectos y siempre empalma a una carretera más amplia. Veía al grupo por la derecha, a lo lejos, teniendo que hacer varios giros.

La reducción salió fenomenal y eso me motivó bastante porque me encanta jugar con el trayecto y el GPS. Logré remontar varias posiciones.

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La odisea de la bolsa de dormir.

Pasado el sector anterior apareció un terreno en calamina, muy duro, en los primeros dos kilómetros se rompieron algunos zunchos que contenían la bolsa de dormir. Paré y ajusté. Se visualizaba mucho trayecto con esa superficie por lo que paré para bajar un par de PSI a las ruedas. La etapa anterior la había hecho con 33PSI y me fue muy bien. En ésta partí igual, el piso era similar. La dejé en 31PSI. Mi experiencia en ese suelo me indicaba que era así. Muchos caminan con las llantas desinfladas todo el tiempo, yo encontré que ahí estaba su problema de tantos pinchazos y cortes; además, menos presión es más superficie de contacto y más resistencia al avance. Con 31PSI andando por el borde del camino podía mantener mi cadencia ideal y la bicicleta fluía bien. Mis llantas son 29×2.40, bastante anchas.

Así fueron pasando los kilómetros. Los zunchos se soltaron más de 40 veces, sin exagerar. Lleve extras, pero la vibración los quebraba. Zunchos chinos no sirven para nada. Era lo que tenía, o sea que cada vez que se soltaban, me tocaba parar y ajustarlos nuevamente.

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En un milisegundo, al suelo.

Ya me había acostumbrado a parar y enzunchar la bolsa de dormir. Pero no conté con que las vibraciones fueron soltando el poste que la sostenía. Pasé por una zona con bastantes desniveles y terreno roto, cambiando de derecha a izquierda, buscando el mejor piso. También había un poco de cascajo. Al saltar una grada pequeña, se soltó el tubo y se apoyó contra la rueda trasera frenándola bruscamente y bloqueando su giro, ¡Me fui directo al suelo! Sucedió muy rápido. La bicicleta se cruzó por el ripio, se montó en la cuneta y al caer puse la mano y traté de envolverme rápido con mi brazo y espalda junto a la bicicleta (me quedó algo de ese reflejo de hace años cuando hacíamos downhill). La cuestión es que la bicicleta salió intacta. ¡Ufff! Eso era lo importante. Luego, me di cuenta de que me había hecho un corte en la mano con unas piedras. Lo limpié con agua, algo de saliva para desinfectar que siempre sirve y quedó. El codo me estuvo doliendo bastante, pero lo pude controlar. Ajusté el poste en su sitio y a seguir ya que faltaban 30 km. aún.

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Un escenario muy particular

En adelante la ruta continuó por un lecho de río seco, arenoso por sectores. Piedras planas y duras en otros momentos. Luego vinieron un par de ricas trepadas, paradito en los pedales para oxigenar un poco -y sí que se necesitaba- extrañaba las cuestas. Un sector entre cañones muy interesante, pero con bastante calor, el termómetro ya marcaba 42 grados, pero había viento y eso minimizaba la sensación. No era la misma temperatura a la altura de la cabeza andando sentado que parado, al menos así se sentía.

Más adelante, una camioneta de seguridad nos avisaba que debíamos tener cuidado ya que venía una bajada peligrosa: un par de gradas altas y roderas de lluvia cruzadas. Luego, rectas de tierra mezcladas con arena y algunos pasos cortos de médanos. Tenía físico así que le daba velocidad y pasaba flotando las partes blandas hasta llegar a la parte dura del terreno. Así fueron los últimos kilómetros hasta llegar al campamento. Bonita etapa, me gustó el escenario.

Lamentablemente cargar la bolsa de dormir hasta llegar fue una odisea. ¡Ya gané experiencia para la próxima!

 

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Noche comunitaria.

El bivouac o campamento era igual que el anterior: duchas, baños, comedor; la diferencia estaba en las Haimas que eran abiertas y cada quién buscaba su espacio. Encontré un buen lugar al final del pasadizo. Armé mi bolsa de dormir y ¡A descansar un poco! Luego, a ducharse y almorzar. Debo decir que todos los campamentos han sido excelentes en cuanto a la atención de servicio de comedor. Todo limpio, muy bien puesto, buffet variado, bien servido, bien atendido. También, los servicios higiénicos y las duchas eran limpiadas continuamente, había agua caliente y agua fría para refrescarse y seguir adelante. Todo A1.

Paso el día y cayó la tarde, bajó la temperatura y tocó hacer mantenimiento a la bicicleta. Básicamente fue limpiarle la cadena y engrasarla de nuevo. No necesitaba nada más. Felizmente el golpe en la caída no había dañado nada.

¡Me olvidé de cargar mi GPS! Es que en la Haima individual tenía enchufe directo y lo cargaba durante la noche. Lo llevé al servicio de carga y se los dejé un par de horas. Cargué el track y waypoints del día siguiente y a cenar. En el briefing nos informaron que un compañero ciclista había necesitado atención de emergencia y había sido trasladado a un hospital (lamentablemente Ernesto falleció al día siguiente por una hipertermia maligna).

Se acortó la tercera etapa debido a las altas temperaturas.

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Posición en la general #209.Tiempo: 05:34:58.

En mi categoría: #59.

Perdí posiciones tanto en la caída como en cada vez que paré para amarrar la bolsa. En fin, era parte de esta aventura y asumí todo con el mejor ánimo. Les aseguro que nunca agarre a patadas la bolsa de dormir. Modo Zen


Etapa 3. Ksar Jdaid – Fezzou.

125 km. y 1442 m. de desnivel.

“La etapa más larga de esta Titan, con variedad de terrenos y con dos grandes subidas que conforman el Skoda Challenge 2022. Tramos rápidos, dunas, subidas técnicas y fuera de pistas son el menú de esta épica etapa”.

Se redujo la etapa en 10km y se eliminó el tramo del Skoda Challenge 2022.

Me deshice de la carga.

Si decidíamos no cargar con lo que habíamos transportado en la bicicleta para pasar la noche en la etapa maratón, la organización lo donaría a una asociación local. Así que rápidamente dejé en donación la bolsa de dormir, el tubo que la sostenía y todo lo que significaba peso. No más problemas.

Partida controlada, segunda parte de la etapa maratón.

La partida fue igual a las anteriores, con las formaciones tipo cajón. Mis piernas y el físico estaban en perfecto estado. Algunos se quejaban por no haber recibido el “fisio”, el masaje fisioterapéutico respectivo. La etapa maratón no lo permite. La verdad creo eso va más de costumbre que de necesidad y, por lo leído al respecto, en ocasiones empeora en vez de ayudar. Es una opinión solamente, pero me causaba gracia escuchar la necesidad casi vital de recibir eso. Yo lo tenía incluido en mi pack de asistencia para los demás días, pero preferí no recibirlo, un daño muscular sería fatal; además, en mis entrenamientos de buenos kilómetros en bloques nunca sentí necesidad de fisioterapia. Habrá que experimentarlo primero para otra oportunidad… quizás funcione.

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Bienvenidas las dunas.

A 15 kilómetros de iniciar la etapa apareció el único paso de dunas del día, con formaciones redondas y callejones, había que atravesarlas de sur a norte. Toda la pared oeste estaba dura. Bajé la presión de llanta a 08PSI. Casi apoyaba el aro.

Empecé a fluir en las dunas como me gusta, eran pasos rápidos. Hubo que hacer una trepadita a pie para pasar a otro callejón. Fue un kilómetro y medio de dunas aproximadamente. El Control Point ya se veía a 100 metros en una cima. Le di a full. La bicicleta trepaba perfecto. Me apoyaba en los montículos de arena firme y los usaba para impulsarme. Llegué al Control Point pedaleando ¡Estaba feliz y encantado! Las dunas y yo nos entendemos.

Adelanté a muchísima gente que venía a pie. Pasando el sector de dunas inflé rápidamente las ruedas con el compresor eléctrico y me di cuenta de que el Garmin Edge que medía las pulsaciones y cadencia, se había detenido. Aproveché para comer algo mientras lo reseteaba. El paso de dunas fue increíble, es mi hábitat. Me sentí en mi espacio.

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El cantar del viento.

Pasando las dunas había que hacer un gran rodeo por unas pistas arenosas, decidí navegar y hacer un trazo recto por un sector de rocas. Anduve por la parte alta del cerro, sobre terreno de piedras… piedras planas y esparcidas, un terreno singular. Así avancé casi por 10 km. Le reduje 3 km. al trayecto de carrera. Empalme a la ruta trazada y empezó un viento muy fuerte antes de llegar a la zona de hidratación, fueron 10 km. de viento que venía por delante y pegando en lateral. Yo estaba solo. Me pasaron tres grupos de varios ciclistas que venían haciendo un trabajo de rotación en equipo. Me decían que me pegue a la rueda. Lo intenté con el tercer grupo porque realmente no se avanzaba, pero era inseguro, no se veía bien el camino, muchas piedras sueltas chancaban las ruedas y todos las trataban de esquivar. Algunos pincharon y pararon. Era otro ritmo y no quería arriesgar a otra caída o una rotura, así que solté el grupo y seguí rodando solo.

Andar contra el viento me agotó mucho. Los radios de los aros silbaban por el paso del aire. La bicicleta venía inclinada a ratos y hasta quedó impecable, sin polvo todo el lado izquierdo. Felizmente en la zona de hidratación cambió el rumbo hacia el noroeste. El viento ya solo pegaba de costado. Abastecí el Camel Back y el bidón y partí al siguiente puesto de control.

26 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

El infierno ha llegado.

Ya había pasado el mediodía y tal como se había anunciado se eliminaron las dos trepadas programadas y el enlace fue por el pie del cerro. Desde ahí se continuaba con el track entregado. Todo ese sector se trazó por un gran cañón de río seco que tenía unos 30 km. de longitud. Claro está que había que ir cruzando entre zonas de arena, pastizales (camel grass) y sectores de piedra de canto rodado.

Cerca de la una de la tarde, mi físico decayó notablemente. Se me fueron las energías. Había recorrido ya 80 km. Decidí bajar el ritmo. Tomé más agua de la que yo acostumbraba. La temperatura era de 45 grados y los kilómetros no se reducían. Sentía que se me venía una pálida o pájara de aquellas. Solo la tuve dos veces en mi vida hace muchísimos años o sea que sabía bien de qué se trataba. Me comí un gel y una barrita que me ayudaron un poco pero el desgaste era muy fuerte y empecé a confundirme, no entendía lo que pasaba ya que venía con un ritmo perfecto… ¡El viento no podía consumirme tanto ni tan rápido!

Paré dos veces a descansar. Cuando retomé la ruta mi visión se nubló, entonces bajé más el ritmo. De pronto me empezaron a pasar varios competidores. Todos te preguntan si estás bien y claro que les dices que sí. Mal, tan mal no estaba… aún. La organización nos da el spot de seguimiento satelital con dos botones: uno es para avisar si tienes algún problema mecánico irreparable; y, el otro, para alertar sobre una emergencia médica. En mi caso a ambos les puse encima mi etiqueta que decía “Don´t touch”. En el Dakar lo aprendí, jamás aprietes esos botones ya que darías por concluida tu carrera ¡Tenía que superar el momento!

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Los 10 km que parecieron 100.

Me entretuve un rato con los GPS para ver en el mapa cartográfico qué superficie venía y pasando las pantallas, miré que había excedido el nivel anaeróbico (marcaba 5/5) ¡Ajá, ahí estaba el problema! Había consumido toda mi energía. Gran error hacer esos kilómetros de dunas pedaleando con alta cadencia. Como aventura o como final de etapa hubieran sido un éxito. Bueno, tampoco sabré qué tanto me hubieran restado cargar o empujar la bicicleta, pero quizás hubiera sido menos. Pero a eso había ido, a las dunas y no podía pasarlas a pie sabiendo que podía hacerlo rodando. Ese era mi espacio.

Me subí a la bicicleta y empecé a rodar a un paso “casi en automático”. No bajaba el kilometraje, cada metro lo sentía eterno. Tenía suficiente líquido, pero el calor se puso peor, marcaba 46°C con una sensación térmica de más de 50. Esa quebrada era un horno. Tocó cambiar de valle y de ahí se llegaba al punto de hidratación donde se doblaba en 90 grados y solo quedarían 10 km. para el final.

Ese paso de quebradas fue en suelo firme, pararme en los pedales me ayudó bastante. Sentí que me estaba reactivando un poco, pero luego venía superficie de arena. Había que buscar el trazo. Había sectores muy blandos. Los blandos los pasas con cadencia alta y a velocidad y empalmas y mantienes el ritmo. Ya no podía hacer eso, me moriría si lo intentaba. Mi reserva estaba ya calculada y programada para llegar a la meta de ese segundo día de la etapa maratón.

25 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Zona de hidratación.

Llegué a la zona de hidratación como un autómata. Me mojé los brazos y me senté un rato. Me fui restableciendo y cargué líquido. Faltaban 10km. nada más y se acababa la etapa. Una etapa muy dura. El saber la raíz de mi problema me ayudó a guardar energía y continuar. Ya sabía lo que me había pasado.

El viento se puso favorable, el piso más rápido. Fueron pasando los kilómetros, yo solo quería llegar ¡Estaba súper cansado! Sentí como que mi cuerpo cambió su modo a recuperación rápida. Los pasos de arena finales los hice pedaleando y con cadencia de pedaleo hasta donde podía y así llegué al campamento.

Allí también el calor era demasiado, no había viento. Parecía que mi Haima hervía por dentro. Le di 10 euros a uno de los chicos para que me baje mi maleta del camión y me la lleve a la Haima. Estaba agotado. Tomé líquido, me eché un rato y decidí ir a bañarme y almorzar. Estaba un poco agitado.

 

23 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Una tarde en el SAMU

Me entré a bañar y ¡Qué rico sentir el agua deslizar, fría y tibia a ratos, primero en las piernas y el pecho y luego en la cabeza! Después de un par de minutos bajo el agua me vino un mareo. Cerré la ducha y me fui a la Haima. Era un horno, sobre los 50°C o más. Sentí nauseas así que fui a que me midieran la presión. El servicio médico fue mil puntos. Me eché en la camilla y me atendieron. Mi presión estaba bien, así como la temperatura, oxigenación, nivel de azúcar. Todo OK. Pero me sentía agitado. Mis pulsaciones estaban bien, solo que estaba demasiado cansado.

Me pusieron paños fríos en la cabeza, parecía un golpe severo de calor. Estuve muy bien atendido por una hora, luego me paré para irme y casi me desmayo. Me tomaron la presión nuevamente y había bajado violentamente (9/5). Me pusieron un par de botellas de suero en la vena y no me pasaba el mareo. Finalmente vomité y eso me ayudó un poco, pero la sensación de náuseas continuaba. Me pusieron una inyección intramuscular y estuve en SAMA una hora más. Cuando me restablecí me fui a descansar a mi Haima un par de horas.

La mente se atormenta.

Me levante después de ese tiempo sintiéndome mal. No sabía qué hacer. Soy resistente a sufrir, pero esto fue un doctorado en sufrimiento. Ese día había sacado fuerzas de donde no tenía para seguir pedaleando. Llegué a mi límite y bastante más. Pude controlar mis pulsaciones en las que yo necesitaba para andar. Pude también haberme quedado en el último puesto de control y seguiría también en “carrera”, pero no lo hice porque ya no formaría parte del clasificador general. Logré llegar pedaleando. Recuerdo que, durante una parada en medio de esa quebrada interminable, buscando un WayPoint en mi GPS apareció mi WP HOME en la lista y marcaba más de 9,000 km de distancia. Yo andaba en medio del Sahara, en África, en otro continente, en medio del desierto, rodando en una bicicleta y casi desvaneciéndome. Solo pensé que había decidido estar aquí, que sabía que sería duro y que lo aceptaría como parte del “disfrute” de esta aventura. Aquí estamos. A seguir avanzando. Y me puse a conversar con el desierto. Las plantas, las piedras, el viento… te hablan.  

44 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Sentimientos encontrados.

Por primera vez sentí mi casa muy lejos y no había señal para comunicarme. Me falló no llevar teléfono satelital. En el bivouac, intenté comer y no pude. Seguía con las náuseas. Ya era de noche. Por un lado, quería mandar todo a la mierda y regresarme; pero por otro, pensaba en que me había preparado muchísimo para esto, tenía el kilometraje suficiente en entrenamiento y venía rindiendo bien. Sé de navegación. Sé andar solo. Todo eso me ayudó a llegar a la meta ese día terrible, pero el cansancio era demoledor y seguíamos con más de 40 °C en el campamento. No me podía mantener mucho rato parado. Me faltaba aire. Estaba con un súper cansancio por el sobre esfuerzo. Me habían puesto suero por primera vez en mi vida. ¿Qué hacer? No sabía qué decidir… difícil situación.

29 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Willy y su equipo de psicólogos.

Fui a donde el equipo de Asistencias Willy para ver cómo andaba mi bicicleta. Se las había dejado como bulto cuando llegué. Les pregunté cómo se hace para pedir una caja y embalarla de regreso. En ese momento una de mis opciones era retirarme. El cuerpo pedía descanso. Willy me dijo que no me permitiría abandonar, que a la fuerza saldría mañana, ni caso me hizo y me mandó a dormir. Gonzalo, parte de su equipo me dijo: “muchos han llegado peor que tú y partieron al día siguiente. Anda a dormir, descansa bien y mañana vienes y si todavía quieres retirarte buscamos una caja y embalamos tu bici. No decidas ahora con el cansancio encima”.

Logré conseguir señal y hablé con Jimena, le conté lo duro de la etapa, pero no le dije que estuve en atención médica. Me dijo “evalúalo tú, la decisión que tomes será la correcta”. Ambas partes me dejaron la pelota en mi cancha, cuando quizás yo buscaba oír lo contrario. Sentimientos encontrados. Tanto esfuerzo. Pero sentía que el cuerpo no daba. Y es que ni el Covid me fue tan duro como esta etapa…

28 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

¡Esta foto la tomé el último día! ya con otro semblante.

Posición en la general: #209.

Tiempo: 05:57:58.

En mi categoría: #55.

Pese a lo vivido mantuve mi posición en la general y recuperé algunas posiciones en mi categoría, recién vi esto dos días después. Creo que la pasada de dunas equilibró en cierta forma el escenario. No todos me adelantaron.

 


Etapa 4. Fezzou – Erg Chebbi.

116 km. y 958 m. de desnivel.

“Una etapa que discurre por grandes planicies, con largas rectas y paisajes muy semejantes, con una segunda parte de la etapa con pequeños cañones y la travesía de una gran chott (lagos salados) nos llevará a la parte final del día. Etapa que nos lleva de regreso a las dunas”.

La decisión final.

Dormí toda la noche profundamente, dormí, además, todo lo que no pude en las etapas anteriores. Me levanté tarde, sin despertador. Eran casi las 7:00, bastante tarde para un día de competencia. Fui a tomar desayuno y no pude. No me entraba ni un bocado. Tomé un té a las justas. Pase por dónde Willy y mi bicicleta estaba limpia y lista.

Finalmente, con dolor y calambres musculares en el estómago decidí partir. Pensé que en caso me sintiera peor, me quedaría en un puesto de control y ahí terminaría todo. Me paré último en el pelotón y así partí. Salí a mi ritmo. Decidí no cargar mucha agua y abastecer más en la primera zona de hidratación. El Camel Back me pesaba y el cuerpo no lo soportaba. Además, no podía doblar bien el brazo desde la caída en la etapa 2. Decidí no pasar de zona 1/5 en pulsaciones por minuto, o sea, rodar al mínimo de esfuerzo.

33 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Pampas largas e interminables.

El inicio de la etapa fue con viento a favor, pampas abiertas, sin huellas, sobre un terreno firme con piedras sueltas que en las aguadas se ponía blando. Empecé a rodar tranquilo, tratando de olvidarme de los dolores musculares, pero me daban unos calambres al estómago repentinos que me bloqueaban el pedaleo. Así fueron pasando los kilómetros. En el camino no sé cómo, iba adelantando a varios competidores. Mi pedaleo era redondito y suave. En fin. Estaba conociendo los límites de mi cuerpo. Llegué al lugar donde supuestamente abandonaría la carrera y prácticamente estaba igual que en la partida, ni más, ni menos. Cargué agua. Intenté comer una barrita y no pude pasarla, el gel menos. Me traje unos panes que los corté en pedacitos y los iba comiendo uno a uno cada 5 kilómetros. Solo para engañar al estómago… y así seguí.

37 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

La decisión de obviar el puesto de control 3 y penalizar con tiempo.

La ruta en su segunda parte entraba a cañones y quebradas, como dijeron. Llegué al segundo punto de hidratación a medio día. La temperatura ya rondaba los 42 grados. No había viento. Me empezó un dolor de cabeza muy fuerte. Tomé un paracetamol y descansé un poco. Ya no podía ir más lento, tendría que bajarme de la bicicleta para poder hacerlo. Tenía reserva de energía en las piernas y más bien pedían esfuerzo, pero el cuerpo estaba exhausto internamente.

Revisé el GPS y aparecía un camino que cortaba el trazo de carrera. El trazo original eran 17km. por un valle seco que no sabía si tendría arena suelta, pero todos los anteriores lo tuvieron, así que supuse que este también. El corte tenía 10km. solo serían 7 menos, pero estábamos por entrar a la hora punta de calor y tenía que llegar antes de las 3:00 que subía aún más la temperatura. De los 7 km. de corte 5 eran de asfalto, de esto me di cuenta recién cuando lo encontré. Tomé la decisión de hacer el corte y ya estaba ahí, penalizaría con 10 horas: 5 por no pasar el puesto de control #3 y 5 por usar una vía de asfalto no autorizada. Ya mi tiempo pasó al segundo plano de mi interés, no pensaba regresar, seguí rodando. A estas alturas de la carrera me daban lo mismo 10 horas o un par de días de penalización. Andaba en modo automático con un único objetivo: terminar la etapa pedaleando. No pasar por un puesto de control es válido y estaba estipulado en el reglamento.

34 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Transportado en el tiempo

Empalmé la ruta de la que venía con un puente con una bifurcación, ahí continuaba el track original de la carrera. Algunos competidores que me habían pasado llegando a la zona de hidratación me pasaban nuevamente con expresión de sorpresa, supongo que pensarían: “ese tío ¿no es el que venía a paso de tortuga? ¿y ahora qué hace por aquí?… pues me volvieron a pasar por segunda vez y yo seguía a mi paso de tortuga. Me causo gracia y me animé con la situación. Me reía solo. Había viajado en el tiempo, claro en el tiempo de 10 horas de penalización hacia la cola de carrera, pero ahí estaba pedaleando. Se me pasó un poco el dolor de estómago, pero los calambres seguían esporádicamente.

¡Ergg Chebbi a la vista!

Ya iba más de 4 horas pedaleando y seguía en modo automático. Dejé que las piernas rueden solas. Empezaron los caminos rápidos, empezó el viento, subió la temperatura que ya marcaba 42 grados, un poco menos que el día anterior. Ya eran casi las 2 de la tarde. Se veía a lo lejos el macizo de arena, la llegada, el Erg Chebbi. Faltaban 25km. Los últimos kilómetros se hicieron interminables. Como le bajé el ritmo al pedaleo mi posición cambió con respecto al sillín. Ya no me apoyaba igual en el asiento, no encontraba postura y el rozamiento me había irritado el culo, vale decirlo. Andaba parado todo el rato que podía con piñón abajo, trancado en cierta forma sin pedalear mucho, el terreno era casi plano. Faltaba poco. A armarse de ánimo. Venía cantando los kilómetros ¡Lo estaba logrando! Estaba completando una etapa que parecía inalcanzable. Soporté todos los calambres al estómago, no había almorzado, comido ni tomado desayuno. No comí ni barritas, ni geles. Tenía pura miga de pan en el estómago y como hidratante solo el Fuxion mezclado con agua, que es con lo que había entrenado todos los meses anteriores.

36 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

El apretón final.

Llegando a los últimos 5km. mi cuerpo se transformó, repentinamente me llegó una sobre dosis de energía. Ese impulso inexplicable que se siente de vez en cuando, sobre todo cuando más lo necesitas (gracias FCS). Apreté un poco el paso para llegar. Además, ya era más de las 3 de la tarde y la temperatura seguía subiendo. En el último kilómetro se me salieron un par de lágrimas porque no podía creer haber pedaleado todo esto en esas condiciones y porque estaba completando esa etapa, solo, a mi ritmo, administrando mi energía durante 110 km. prácticamente con la mente en blanco y con los sentimientos desactivados hasta el último kilómetro. Ahí estaba yo, ya en la meta. Sabía que Jimena me seguía en el Spot. Le había dicho que, si me veía parado en algún puesto de control mucho rato, no se preocupara, porque si me sentía mal decidiría terminar la carrera allí. Sabía que en ese momento ella ya sabía que había completado la etapa. Seguía en carrera. Una etapa más. La más difícil ¡Mi etapa Titan!

30 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Tarde de Relax.

Llegué directo a Asistencias Willy a dejar mi bicicleta. Lo primero que me dijeron al verme fue: “ya encontramos la caja para embalar tu bicicleta”. Les di un abrazo y les dejé a Lynsy. Realmente ellos me impulsaron a continuar ¡Gracias!

De pronto sentí demasiada hambre. Busqué mi maleta en el camión. Me fui a buscar mi Haima. Me bañé, me cambié y fui a almorzar. Estaba recuperado al 90%. ¡Qué tal bajonazo que me dio el día anterior! ¿Quizás hubiera hecho ese puesto de control #3? Me entró la duda, pero fue la decisión tomada en ese momento y creo que la tomé a como venía en ese instante.

¡Había señal! Llamé a Jimena y le conté todo lo vivido al detalle, incluido mi paso por emergencia la tarde anterior. Me quedé toda la tarde descansando en una poltrona. La ceremonia del matrimonio de unos compañeros ciclistas puso la nota divertida.

38 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Posición en la general: #393.

Tiempo: 07:06:08.

En mi categoría: #101.

A la cola, pero aún en el clasificador de carrera. Seguía en competencia.

 


Etapa 5. Erg Chebbi – Erg Chebbi.

105 km. y 879 m. de desnivel.

“Una etapa con un paso de dunas y con un primer sector de navegación con algunos pasos no fáciles de localizar. La segunda parte discurre por una zona pedregosa con subidas y bajadas pendientes que dejan paso a las pistas en buen estado que nos dejan en la meta.” Etapa en bucle.

Día de navegación.

Llegó mi etapa favorita: navegación y ¡Totalmente renovado! Tomé desayuno, cargué el track y waypoints en el GPS. Toda la tarde anterior me entretuve haciendo el trabajito de mapman, trazando todas las posibles alternativas de paso entre las dunas y buscando algunas huellas a través del desierto para marcarlas. Venía ya con el cuerpo sentido y no era poco lo que faltaba recorrer. Son más de 100km de etapa y además con un buen y largo paso de dunas de casi tres kilómetros. El paso de dunas sería de oste a este, o sea que dependería de cómo les pegue el viento para decidir qué pared tomar en los callejones. De lo que sí estaba seguro es que no haría ningún sobre esfuerzo para pasar pedaleando. “Si pedaleas con alta cadencia por mucho rato, suben las pulsaciones y te desgastas rápidamente”. Eso me quedó clarísimo en la etapa 3. Lección aprendida.

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Paso de dunas.

Una partida rápida y sin neutralización. El primero que llegaba al Puesto de Control # 1 tendría una bonificación de 60 segundos. Yo partí nuevamente atrás, tranquilo; decidí rodar nuevamente a mi ritmo. Llegué a las dunas y bajé a 12PSI, no tanto como la vez anterior. Empecé pedaleando y me entrampé en una subida firme porque me quedé sin impulso. Se podía trepar con alta cadencia de pedaleo. Me baje y cargué la bici. Bajé al siguiente hoyo y pedaleé, luego pasé por lo mismo como seis o siete veces. Así guardé energía.

Más adelante, cogí un callejón por la pared lateral que me hizo avanzar fluido y rápido, de paso aproveché para adelantar a buen sector de la procesión que caminaba por la cresta; a mi parecer, es el peor lugar para hacerlo, más aún, empujando una bicicleta.

Llegué al Puesto de Control #1 y casi todos los corredores seguían desde ahí por entre las dunas con dirección norte. Había que salir rápido de la arena, allí se pierde tiempo y energía. Así que decidí seguir mi propio rumbo hacia el este, hasta encontrar superficie de tierra. Llegué a la pampa y subí nuevamente la presión de las llantas y desde ahí a darle directo al rumbo de Zona de Hidratación #1. En este sector la navegación era libre y no existía track de la organización que sirviera como guía. Lo que sí me queda claro es que las dunas se pueden pedalear casi todas, pero necesitas mover mucha cadencia y consumir buena energía para lograr algunos sectores sueltos ya que debes pasar casi flotando. Y para flotar necesitas velocidad. Y, para conseguir velocidad, requieres puro trabajo anaeróbico o como se dice “darle a puro pulmón”.  

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Desierto infinito.

Llegué a Zona de Hidratación #1 en buen tiempo. Desde ahí tracé una línea recta directo al Puesto de Control #2. No estaba lejos. Lo que sí lo estaba era la Zona de Hidratación #2 que marcaba a 40km. Había un camino que hacía una parábola y que en 30km la traza se incrementaba en casi 7km. ¿Qué opción tomar? 7km. más y le daba por la huellita, o tiraba un trazo recto por entre el desierto, dado que la superficie por la huella o por fuera de ella andaba igual de rota. Decidí lo lógico: si no había cerros, era pampa por lo que la línea recta sería la mejor decisión. A darle con ganas y pedaleando suave en zona de frecuencia cardiaca 2-3/5.

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Se acabó el agua.

El terreno era pedregoso con zonas de arena que había que ir cruzando al inicio. Completamente solo iba cuidando mi rumbo. En la lejanía, a la derecha, se veían ciclistas cerca al Erg Chebbi; a la izquierda, adelante y atrás, desierto infinito. Efectivamente el track de la derecha fue más largo, no sé si más rápido, pero el mío era de suelo súper firme, por lo que creo tomé la mejor opción.

Pasaron 10, 20, 30km. y esos últimos 10 se volvieron interminables. El sol era una braza. Empezó el viento. La temperatura ya picaba los 44°C. Felizmente conseguí unos plátanos la noche anterior que me salvaron el día, paré bajo un árbol y saboreé cada bocado de estos. Me reactivaron. Los tres litros de agua los tuve que administrar muy bien, sentía la boca y los labios muy secos y tenía que tomar sorbos de agua constantemente. Sorbo a sorbo se fue consumiendo el líquido. El último lo tomé faltando tres kilómetros y se acabó. Llegué a las justas a la Zona de Hidratación, muy sofocado. Tomé un buen descanso. Me eché agua -por primera vez- en la cabeza, los brazos y el cuello, lo que me ayudó (nunca lo hago). Cargué líquido a full y a seguir rodando que aún faltaba el 50% de la etapa.  

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Rodeando el Erg Chebbi.

Terminado el sector de navegación sólo quedaba rodear por el sur el gran macizo de arena. Pistas rápidas mezcladas con sectores de arena muy suelta, todo entre las calles de Merzouga. Tenía que seguir el track en zoom máximo para no equivocar los cruces. Muchos niños en varios puntos de la ruta saludaban a los ciclistas. Te extendían la mano o corrían al lado tuyo. No había nada para obsequiarles. Algunos amigos luego me comentaron que les daban barritas y geles, o sea que en esa noche debieron de haber estado súper activos en casa, jaja.

Este tramo fue rápido, quizás por la cercanía a la civilización y por andar entre las calles. Los últimos 30km. se pasaron fugazmente.

41 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS
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Posición en la general: #390.

Tiempo: 06:17:25.

En mi categoría #101.

Recuperé tres posiciones en el clasificador general.

 

 


Etapa 6. Erg Chebbi – Maadid.

78 km. y 730 m. de desnivel.

“Primera parte por pistas anchas y algo arenosas, tras las que el terreno cambia y se convierte en muy pedregoso en constante subida. La última parte de la etapa tiene el descenso de un corto pero técnico sendero tras el que recuperamos una gran pista que nos llevará a la meta que te convertirá en un Titan.”

Última etapa, ánimos a tope.

Me levanté muy motivado. La etapa anterior sentí que me fue bien y recuperé bastante la energía. Me sentía como nuevo, estaba como si fuera el primer día de carrera. Tomé desayuno temprano, preparé el equipaje, lo dejé en el camión y fui por la bicicleta. Decidí bajar todo el peso innecesario. Solo puse mi inflador eléctrico en la mochila del Camel Back para cualquier percance en ruta y un par de geles. Un par de litros de agua y listo. Era poco kilometraje, sin mucho desnivel. Y, además, había dos puntos de hidratación cercanos.

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¡A full hasta la llegada!

Empieza el recorrido con un suelo firme mezclado con esos sectores de arena acostumbrados, o te bajas o los pasas a velocidad, flotando y a full cadencia. Hice lo segundo, pasando con todo. Decidí salir a dar lo mejor. Quería recuperar algunas posiciones. Cuando te inscribes en una carrera, nunca vas a solo rodar o a querer llegar, eso solo se dice, siempre quieres dar todo lo que en tu capacidad está poder entregar. Sino sería un simple paseo y eso lo haces en cualquier lugar del mundo. Ese día estaba demasiado motivado y lleno de energía nuevamente. Anduve en zona 4/5 prácticamente toda la etapa. Buen ritmo. Los primeros 20km. se pasaron tan rápido que llegué a la zona de hidratación casi con mi misma cantidad de agua. Me lo pasé de largo.

22 JUAN CARLOS CÁCERES SIMONS

Un trazado hecho a mi gusto.

Pasamos por una zona de piedras espectacular. Piedras muy grandes y planas. Se necesitaba algo de técnica para acomodar la bicicleta en algunas partes si es que no querías bajarte. Un par de recortes al trayecto me ahorraron unos 2km. Había que pasar de un valle a otro. El acceso a una de las quebradas del primer valle fue por unos singles muy rápidos sobre una huella probablemente de arrieros. A ratos andaba parado para oxigenar un poco mejor. Así se pasó el 50% del trayecto. Sin darme cuenta faltaban solo 30km. ¡Estaba disfrutando al máximo!

Finalmente llegaron las dos trepadas anunciadas, ambas de huella delgada con un firme deslizante. No podías pararte porque patinaba la rueda. Andaba en 32PSI, además. Había que ser constante porque tenías que ir cambiando la línea. Roderas de agua intermedias te querían atrapar para que te bajes. El GPS marcó en una 19 y, en la otra, 22 grados de pendiente. Ambas muy buenas. Conseguí treparlas a full pedaleo y sin bajarme. La verdad que las esperé mucho porque mi entrenamiento fue en cordillera y ese era mi terreno. Pase a muchos competidores allí. Después de la segunda trepada, una bajada técnica nos entregó a una gran planicie donde ya solo quedaba reducir la cuenta de kilómetros. Me paraba en los pedales y a ratos, me sentaba. También me pasé de largo el último punto de hidratación. No lo necesité, ya quedaba poco y solo había consumido el 60% de agua.

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El pago a la tierra.

En la última parte del recorrido fuimos dejando el desierto y entrando a una zona de vegetación. Se pasaba por un lecho de río que no tenía mucha agua y de ahí se seguía por caminos bien marcados bordeando unos canales hasta la meta, que era en el interior del hotel Xaluca. Faltarían 5 km. para la llegada. No podía irme de ese desierto sin agradecerle lo vivido, en especial, los momentos difíciles que fueron superados.

El desierto es mi segundo hogar, ese en África y cualquiera en el mundo. Creo que la tercera etapa la pude vencer por conocimiento de ese entorno… en fin. Ya quedaba poco de esta loca aventura. Desde el último Dakar que no vivía algo tan intenso. Así que antes de dejar el desierto hice una parada, busqué un espacio adecuado y armé mi apacheta en agradecimiento; luego, le vertí encima toda el agua que me quedaba. Así, el Sahara se sumó a mi lista de desiertos fascinantes.

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El último kilómetro

Ya faltaba poco para la meta. Bajé el ritmo, saqué mi teléfono. En las seis etapas no tuve tiempo de hacer videos o quizás no estuvo en mis prioridades. Cuando me bajaba de la bicicleta era para realizar acciones precisas, como hidratarme o comer algo; y, me subía de inmediato para seguir avanzando. Pero este último kilómetro quise transmitirlo en vivo, en agradecimiento a toda la gente amiga que me seguía y me dejaba sus muestras de aliento. Muy pocos sabían la historia detrás de mi participación. Todos fueron parte importante de esta carrera y me ayudaron a cumplir mi objetivo ¡Gracias!

La llegada… esa llegada a la meta, el paso por el arco final, no lo sentí tan significativo, ni siquiera me emocioné, quizás porque al llegar te alcanzan el fósil de Finisher y terminó todo. Luego, a buscar el equipaje y a embalar la bicicleta. Todo muy rápido.

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Siento que esta Titan Desert la terminé cuando completé la etapa 4. Ahí cumplí mi sueño. Me quedo con esa etapa en la memoria como mi victoria personal. Volveré, supongo que sí. La segunda edición siempre tiene su encanto.

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Posición en la general: #384.

Tiempo: 03:53:54.

En mi categoría #100.

Recuperé seis posiciones más en el clasificador general. Misión cumplida.

¡Hasta la próxima aventura!

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